IV. Oración y salud

Por el Maestro Beinsá Dunó

        La oración tiene fuerza en la sanación de las diferentes discapacidades y enfermedades físicas. Con ella se pueden curar enfermedades. Más adelante todos nuestros trabajos tendrán éxito si los empezamos con oración. El que es constante en la oración, verá y se convencerá de que el Señor es fiel.
Cuando estáis enfermos, alegraos, si es que habéis caído en las manos de Dios. Que sea Él quien los cure. Y si os entrega a un médico, de nuevo estaréis bajo la influencia directa de Dios. Para que invoquéis a Dios por ayuda, debéis aplicar vuestra fe.
Si oráis a Dios por un enfermo, este sanará, si vuestra oración es como debe de ser.
Dios está en nosotros y nosotros estamos en Él, por lo tanto podemos lograr y hacer todo.
Cuando oras a Dios, Él sin falta enviará a alguien a que te ayude.
Y cuando oras por otra persona, puede ser que te envíe a ti a que le ayudes. Si tenéis fe y amáis a Dios, todas vuestras oraciones serán oídas. Es suficiente que dirijas tu radio hacia el cielo y encontrarás miles de criaturas que pueden responderte.
A veces veis que la oración no os ayuda. Oráis pero no recibís respuesta. En tal caso parecéis a un hombre quien quiere levantar un yugo pero no puede, pues supera sus fuerzas. Llama a otro que le ayude y con él juntos logran levantar la carga. A veces tal persona puede necesitar la ayuda de uno, de dos, de tres o de más gente. Así que por lo tanto, nosotros también en caso de fracaso en nuestra oración, pediremos la ayuda de uno, de dos, de tres o de más hermanos y hermanas, según el nivel de la necesidad, hasta que logremos éxito.
Si no puedes ayudarte tú solo, reuníos 10, 100 o todo un pueblo, orad juntos y en poco tiempo tendréis resultados.
Si oramos por la paz con humildad, nuestra oración será oída.
Cuando mucha gente oran juntos por una misma cosa, su oración se acepta. La oración colectiva es fuerte.
El trabajo espiritual consiste en lo siguiente: os reuniréis en grupos de 5, 10, 15, 20, 100 hermanas, para que oren por algún hermano o hermana suyos. Por ejemplo, algún hermano vuestro sufre, haréis una oración por él y se le ayudará. A este grupo le llamaremos “consejeros de las oraciones Divinas”. Lo mismo harán los hombres. Que determinen días especiales durante los cuales orarán por algún hermano cuyos trabajos no andan bien, en cualquier aspecto que sea. He aquí una manera colectiva de ayudar. En cambio, vosotros decís: “Que el Señor le ayude”.
Orad los unos por los otros. Es una Ley: cuando un hombre ora con afán, junto con él ora toda la gente con las cuales él está en armonía.
Tú no puedes hacer que alguien ore contigo, si él no está en armonía contigo.
La oración es un acto Divino. Cuando mi corazón compromete mi espíritu, entonces mi alma comprometerá a toda aquella gente que se encuentra en armonía conmigo.

            De aquí por delante debemos estar conectados mental y cordialmente con toda la gente en la Tierra, porque la salvación está en nuestras oraciones comunes. La oración tiene gran fuerza.