Oración y concentración

Sin concentración vosotros no podéis dar ni un paso por delante. Para que venga la concentración, debes pasar primero a través de la música. Para que se manifieste el bien, sin falta, debemos de aplicar la música.
La música oculta introduce en la mente frescura y distensión. Si tienes que solucionar algún deber, lo solucionarás correctamente.
En la Escuela, el que no es musical no puede ser alumno. La música es el lenguaje de los espíritus. Cuando queráis atraer algún espíritu, ejercer influencia sobre él, o que él os entienda, debéis cantar o tocar.
La música es una manera para que la Naturaleza se vivifique para vosotros.
La oración requiere un pensamiento enfocado. Cuando oras, pensarás sólo en Dios. Todas las demás cosas las dejarás fuera de ti mismo.
“¡Yo he orado!” Sí, pero veo, que vuestra oración está tan solo a 2 pulgadas de vuestra cabeza. Oraréis 5, 10, 100 veces desde la profundidad de vuestro corazón hasta que logréis enviar vuestra petición al Señor. Cuando oráis, vosotros debéis concentrarse y olvidarse de todo alrededor vuestro. Debéis de transportarse tan alto en vuestro pensamiento, que nada os ocupe, salvo la oración.
La oración en la cuál no participa la mente, el corazón y el alma no es verdadera.
Haréis la concentración con ojos abiertos. Pensaréis en vuestras manos, en vuestras piernas. Traspasaréis vuestra mente a través del sistema nervioso, a través del estómago, a través de los intestinos, por todo el cuerpo, como un amo que se pasea por sus propiedades para ver en qué situación se encuentra todo.
El hombre debe ensimismarse, para que se eleve por encima de las condiciones ordinarias de la vida. Cada día utilizad unos cuantos minutos para contemplad. Dirigid vuestra mente hacia todas las criaturas cuyos trabajos están completamente arreglados. Libraos de todas las inquietudes y  preocupaciones, y decid: “¡Agradecemos a Dios por todo lo que ha hecho!” haced este ejercicio tres veces al día – por la mañana, al medio día y por la noche durante 10 minutos –.
Durante tres minutos concentrad la mente en la luz de la conciencia. Se dirige la mente hacia arriba en dirección del Sol Divino, que siempre está por encima de nuestra cabeza. Es necesario que nos pongamos en silencio, que aquietemos nuestra mente, y que nos conectemos con la conciencia Divina con nuestra mente silenciosa.
Tenemos que cernir nuestros pensamientos. Que se quede sólo un pensamiento Divino, al cuál podemos confiar.
El alumno está concentrado en la oración y vive las palabras.
Cuando el hombre ora, debe olvidar todo alrededor suyo y hacerse invisible. Todo el mundo debe desaparecer delante de sus ojos. Esto significa orar.
Que ores significa que olvidas el medio ambiente, que no te interesas por nada de lo que ocurre a tu alrededor. Cuando oras, debes estar sordo y ciego para las cosas externas. Si te interesan las cosas externas, tú las aceptarás a través de tu mente y las vas a transportar al mundo invisible. Ahí no tienen necesidad de imágenes humanas. Tu mente debe estar pura. A Dios irá solo aquello que abarca completamente tu conciencia.
Que ores bien significa que no permites nada externo en el círculo de la oración. Cuando oras no debes pensar en ninguna otra cosa.
Apenas empiezas a orar, has concentrado tu atención y de repente te pica la cabeza. Si te rascas, la oración se corta. Tal oración no se acepta.
Cuando el hombre ora como debe de ser, él siempre está dirigido a Dios. Si ora a Dios y piensa en un amigo, mujer, niños, casa, dinero, su oración llega solo a ellos – él ora a ellos –. Y para que se acepte su oración él debe pensar en Dios.